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Cómo
se concreta
la fe
en la vida

 

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Por qué has dudado

El apóstol Pedro, mientras se fio de la palabra de Jesús, pudo caminar sobre las aguas del mar de Galilea. Cuando la duda asaltó su corazón, la apariencia pudo más que la creencia. Se apagó la fe, crecieron las dificultades.

La misericordia de Jesús, correspondida con una renovada fe de Pedro, le trajeron sano y salvo a la barca de los discípulos. «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14, 31).

Esta es la canción de nuestra vida: aumenta mi fe. El tema primero y fundamental hace referencia a la vida de fe

En el evangelio queda manifiesto que gran parte de las conversaciones de Cristo son diálogos de fe. «Si quieres, puedes limpiarme» (Mc 1, 40).

Hoy sigue siendo igual, porque el creyente suplica a Dios por la fe, para que Cristo toque, limpie, cure y haga crecer todos los aspectos de su vida cotidiana: la familia, el trabajo, el apostolado, los negocios, la actividad pública…

Cómo influye la fe

Debo pensar despacio cómo influye la fe en los acontecimientos diarios, así como en las tristezas, preocupaciones y alegrías

Hay tantas situaciones como personas, y sería imposible hacer un glosario que compendiara todas ellas. Sin embargo, pongamos algunos ejemplos.

Podemos suponer lo mucho que puede costarle a una persona admitir un nuevo puesto de trabajo. Si la cuestión está a flor de piel, será muy normal que hable de este asunto, pero no como quien critica con otro de la empresa, sino como quien ha puesto todo el asunto en relación con su vida de fe.

Por más que lo intento, no consigo superar este asunto, porque considero la injusticia que supone haber sido apartado, y si bien sé que Jesús me invita a perseverar en la dificultad, cada día se me hace más difícil, porque…

Con toda seguridad, este tema se relaciona con otros muchos de la conducta ordinaria: la paciencia con los hijos, el trato con el cónyuge, la ilusión con los proyectos.

Lo ilumina todo

Lo mismo podríamos decir de alguien que se encuentra de bruces con la enfermedad, la muerte de un ser querido o cualquier otra cruz. Es posible que sepa llevarla con alegría; o quizá no. De eso debe hablar con Dios, con sinceridad, sin tapujos

La fe lo ilumina todo, y este u otros problemas ensombrecen buena parte de ese brillo. Quizá halle en ello el origen de su susceptibilidad o mal carácter, de su tristeza y apocamiento, de sus pocas ganas de rezar.

Por otra parte, la vida de fe requiere atención por sí misma, al menos en dos sentidos.

Las dudas de fe

El primer sentido guarda relación con alimentar la fe.

Son muchos los ataques que recibe desde los medios de comunicación, conversaciones informales o publicidad malsana.

Es bueno comentar cuanto ofrece duda, y pedir consejo de libros que ayudan a fundarse sobre roca y no sobre arena.

En los creyentes existe ante todo la amenaza de la inseguridad que muestra de repente y de modo insospechado la fragilidad de todo el edificio que antes parecía tan firme

Conviene tener en cuenta que no tiene nada de extraño que en ocasiones dudemos.

El teólogo Ratzinger pone un ejemplo. «Teresa de Lisieux, una santa al parecer ingenua y sin problemas, creció en un ambiente de seguridad religiosa. La religión era para ella una evidente pretensión de su vida diaria, formaba parte de su vivir cotidiano, lo mismo que nuestras costumbres son parte integrante de nuestra vida».

La batalla de la fe ha sido entablada también por las almas más santas; el acompañamiento espiritual nos ayudará a vencer en ese todo o nada

Teresita dejó sin embargo unas sorprendentes confesiones al final de su vida. «En una de ellas dice así: me importunan las ideas de los materialistas peores. Su entendimiento se vio acosado por todos los argumentos que pueden formularse en contra de la fe. Y no se ve en ningún sitio un posible clavo al que el hombre, al caer, pueda agarrarse» (J. Ratzinger).

El diálogo con Dios

El segundo significado en relación a la fe en sí misma habla de la fe como diálogo con Dios.

La persona creyente, verdaderamente creyente, reza. La fe vivida se muestra, aun por encima de su repercusión en las cosas concretas, en el diálogo amoroso con Dios.

Eso es la oración, cuya importancia tanto en la vida cristiana como en el diálogo del acompañamiento espiritual es inmensa.

Fuente: Fulgencio Espa Feced.
Cuenta Conmigo. El acompañamiento espiritual.


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