Ver en PDF (A5) Descargar PDF (A4) Descargar EPUB

La vida
cristiana
es un combate
permanente

 

Textos de la Exhortación Apostólica Gaudete Et Exsultate
del Santo Padre Francisco

 

Colección +breve
Más títulos en masclaro.org/+breve

La vida cristiana es un combate permanente. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida.

El combate y la vigilancia

La convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva

No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad mundana, que nos atonta y nos vuelve mediocres. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia fragilidad y las propias inclinaciones. Es también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal.

Despiertos y confiados

Nuestro camino hacia la santidad es también una lucha constante. Quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad.

El camino de la santidad es una fuente de paz y de gozo que nos regala el Espíritu, pero al mismo tiempo requiere que estemos «con las lámparas encendidas»

Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en:

  • la oración

  • la meditación de la Palabra de Dios

  • la celebración de la Misa

  • la adoración eucarística

  • la reconciliación sacramental

  • las obras de caridad

  • la vida comunitaria

  • el empeño misionero

En este camino, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal. Nadie resiste si opta por quedarse en un punto muerto, si se conforma con poco, si deja de soñar con ofrecerle al Señor una entrega más bella. Menos aún si cae en un espíritu de derrota.

El discernimiento

¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento

El discernimiento no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.

Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas.

Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento

Por tanto, pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero «examen de conciencia»

Esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida. En otras ocasiones sucede lo contrario, porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos que actúe el soplo del Espíritu.

Al mismo tiempo, el discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misterioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones.

Habla, Señor

Si bien el Señor nos habla de modos muy variados, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado de las inspiraciones, para calmar las ansiedades y recomponer la propia existencia a la luz de Dios

Solo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente, a sus costumbres, a sus esquemas. Así está realmente disponible para acoger un llamado que rompe sus seguridades pero que lo lleva a una vida mejor.

Tal actitud de escucha implica obediencia al Evangelio como último criterio, pero también al Magisterio que lo custodia. No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado. El discernimiento de espíritus nos libera de la rigidez.

La lógica del don y de la cruz

Una condición esencial para el progreso en el discernimiento es educarse en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que nunca son los nuestros. También se requiere generosidad, porque «hay más dicha en dar que en recibir».

No se discierne para descubrir qué más le podemos sacar a esta vida, sino para reconocer cómo podemos cumplir mejor esa misión que se nos ha confiado en el Bautismo, y eso implica estar dispuestos a renuncias hasta darlo todo

Hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida. El que lo pide todo también lo da todo.

Quiero que María corone estas reflexiones. Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa.


Enviar comentarios

 

 

Espíritu Santo Iglesia Jesucristo Juan Pablo II Magisterio de la Iglesia Misa Romano Pontífice Virgen aborto abuso adicción adoración afectividad agnosticismo alegría amar amistad amor amor a Dios amor de Dios ansiedad anticoncepción apostolado arrepentimiento atentado ateísmo autenticidad avaricia ayuno bautismo bioética budismo calumnia cancer caridad cariño carácter castidad catequesis catástrofe celibato cielo ciencia ciudadanía clonación coherencia comprensión compromiso comunicación comunismo comunión de los santos comunión sacramental conciencia confesión confianza conocimiento propio consejo contemplación conversión convivencia corredentores corrupción creación creer crisis cruz cuaresma cuidados paliativos cultura curación deber debilidad humana demonio depresión descanso desprendimiento dificultades dignidad dirección espiritual divorcio dolor drogas educación egoísmo ejemplaridad embriones enfermedad entrega esperanza estudios eternidad eucaristía eutanasia evangelio evangelización evolución examen de conciencia existencia de Dios exorcismo expectativas familia fe fecundidad felicidad feminismo formación doctrinal fortaleza fracaso generosidad género hedonismo heroísmo heterosexualidad hijos hinduísmo humildad in vitro infancia injusticia intelectual intolerancia islam judaísmo justicia laicos libertad limosna lucha ascética mal mansedumbre martirio masonería materialismo matrimonio milagro misericordia divina moda moral cristiana muerte música noviazgo obras misericordia odio olvido de sí optimismo oración paciencia paz pecado penitencia perdón pereza persecución pesimismo piedad pobreza política pornografía presencia de Dios protestantismo providencia divina psicología recogimiento redención regreso católico relativismo responsabilidad sabiduría sacerdote sacramentos sagrada escritura santidad secuestro sentido vida serenidad servicio sexualidad sida silencio sinceridad soberbia sociedad civil soledad tecnología temor de Dios templanza teología tolerancia trabajo trinidad tristeza unción de enfermos unidad valentía verdad vida interior vida religiosa vientres de alquiler violación violencia virginidad virtudes vocación voluntad voluntad de Dios xenofobia yoga