El arrepentimiento

El hombre caído no es simplemente una criatura imperfecta que necesita mejorarse: es un rebelde que debe deponer sus armas.

Deponer vuestras armas, rendiros, pedir perdón, daros cuenta de que habéis escogido el camino equivocado y disponeros a empezar vuestra vida nuevamente desde el principio... esa es la única manera de salir del lío.

Este proceso de rendición es lo que los cristianos llaman arrepentimiento.

Y el arrepentimiento no es divertido en absoluto.

Es algo mucho más difícil que bajar la cabeza humildemente.

Recordad que este arrepentimiento, esta voluntaria sumisión a la humillación y a una especie de muerte, no es algo que Dios os exige: es simplemente una descripción de lo que es volver a El.

Si le pedís a Dios que os reciba de nuevo sin arrepentiros, lo que realmente le estáis pidiendo es volver a Él sin volver a Él.

No puede ocurrir.

La creencia cristiana es que si nosotros compartimos de algún modo la humildad y el sufrimiento de Cristo también compartiremos Su conquista de la muerte.

Encontraremos una nueva vida después de muertos y en ella nos haremos criaturas perfectas y perfectamente felices.

Esto significa algo mucho más importante que intentar seguir Sus enseñanzas.

Los cristianos están en una posición diferente de otras personas que intentan ser buenas.

Éstas tienen la esperanza de que, siendo buenas, agradarán a Dios, si éste existe; o -si creen que no existe- al menos esperan merecer la aprobación de otras personas buenas.

Pero los cristianos piensan que cualquier bien que hagan proviene de la vida de Cristo en su interior.

No creen que Dios nos amará porque seamos buenos, sino que Dios nos hará buenos porque nos ama.

Del mismo modo que el tejado de un invernadero no atrae el sol porque es brillante, sino que se vuelve brillante porque el sol brilla sobre él.

Fin

Fuente: C.S. Lewis, Mero cristianismo