Consejos para aprender
a amar al otro sexo

La queja más frecuente respecto a los hombres de parte de las mujeres es la de que estos no escuchan.

La queja más frecuente de los hombres respecto a las mujeres es la de que ellas siempre están intentando cambiarlos.

Con frecuencia se escucha en matrimonios con problemas, una expresión muy significativa: "somos muy diferentes".

Y no se cae en la cuenta que el problema no está en ser diferentes, sino en comprender esas diferencias. Lo primero no se puede evitar.

Lo segundo es una conquista. Una buena comprensión del sexo opuesto ha salvado muchos matrimonios.

Diferentes en los valores

Los hombres no escuchan. El hombre generalmente o no le hace caso o escucha sólo unas palabras y a continuación da una solución.

Y en general sucede que la mujer desea solidaridad y comprensión y el hombre piensa que ella necesita soluciones.

Las mujeres siempre están intentando cambiarlos. Cuando una mujer quiere a un hombre, se siente responsable de contribuir a su crecimiento e intenta ayudarle a mejorar su modo de hacer las cosas.

Por mucho que se resista a su ayuda, ella persiste y busca cualquier momento para decirle lo que tiene que hacer. Ella cree que le está ayudando y él que le está controlando. Lo que él desea de la mujer es aceptación.

¿Por qué el hombre es así?

Los hombres dan valor al poder, a la competitividad, a la eficiencia, al logro. Siempre están haciendo cosas para demostrar su valía, para desarrollar su poder y sus capacidades.

Eso define su sentimiento del yo. Se realizan a través del éxito y del logro.

De ahí incluso sus gustos: el deporte, la caza, la acción... Les tiene generalmente sin cuidado las novelas románticas y los libros de formación personal. Se interesan más por los objetivos y las cosas que por la gente y los sentimientos.

A los hombres les preocupa las cosas que pueden ayudarles a manifestar poder mediante los resultados y la consecución de sus objetivos. Y todavía mejor si lo hacen solos. La autonomía es un símbolo de eficiencia, poder y competencia.

Comprender esta característica puede ayudar a las mujeres a entender por qué los hombres muestran tanta resistencia a que se les corrija o se les diga lo que tienen que hacer.

Ofrecer a un hombre un consejo que no ha pedido, equivale a suponer que no sabe lo que debe hacer o que no es capaz de hacerlo solo.

Los hombres son muy sensibles a esta cuestión. También a esta luz debe entender la mujer por qué el hombre habla poco de sus problemas y se los guarda para sí. Pedir ayuda sería una señal de debilidad.

Sin embargo, cuando necesita ayuda, pedirla es una señal de sabiduría. Y en ese caso buscaría a alguien que le merezca consideración.

Finalmente, todo lo anterior es una de las razones por las que los hombres ofrecen de manera instintiva soluciones cuando las mujeres les hablan de sus problemas.

Quiere ser útil; cree que con sus consejos va a ser más valorado. No se da cuenta de que puede ayudar a una mujer con solo escucharla.

¿Por qué la mujer es así?

Las mujeres no tienen los mismos valores. Dan importancia al amor, a la comunicación, a la belleza, a las relaciones. Dedican más tiempo a apoyarse, a ayudarse, a cultivarse.

Sus sentimientos y la calidad de sus relaciones definen su sentido del yo. En esto encuentran su realización.

Y, en consecuencia, todo en ellas refleja estos valores. Más que construir autopistas, les interesa convivir en armonía, en comunidad y en amorosa cooperación. Es un modo opuesto al del hombre.

Importancia primordial tiene para la mujer la comunicación.

Manifestar los propios sentimientos es mucho más importante que alcanzar metas o éxitos. Hablar y relacionarse entre ellas es fuente de enorme satisfacción.

Al hombre le resulta difícil entender esto. Las mujeres están orientadas hacia las relaciones y no los objetivos.

Les importa más expresar su bondad, su amor y su afecto. Así por ejemplo dos hombres se encuentran para almorzar porque ven en el hecho de ir al restaurante una forma práctica de conseguir alimentación y tratar un asunto. Para dos mujeres es una forma de cultivar una relación, en donde se van a dar apoyo mutuo. Tienden las mujeres incluso a ser muy francas e íntimas.

La mujer además es muy intuitiva, en el sentido de una capacidad de prever las necesidades ajenas. Entre mujeres ofrecer ayuda no es ni una ofensa ni necesitar ayuda una señal de debilidad. Lo mismo en el hombre sí puede serlo.

Para ella el que alguien le ofrezca ayuda es un galardón: hace que se sienta amada y halagada.

3. Soluciones para estas situaciones

a. Para la mujer: deja de dar consejos.

Cuando una mujer ofrece un consejo que no se le ha pedido e intenta ayudar a un hombre, no se da cuenta de lo crítico o poco afectuoso que puede parecerle a él su gesto. Más aún, es muy posible que el hombre se sienta más susceptible con las cosas pequeñas que con las grandes.

b. Para el hombre: aprende a escuchar.

Los hombres deben recordar que las mujeres hablan de sus problemas para intimar y no para conseguir soluciones. A menudo la mujer sólo quiere manifestar sus sentimientos y el esposo le ofrece una retahíla de soluciones. Y no entiende por qué esto le sienta mal a ella. Un modo de relacionarse con la mujer es escucharla con solidaridad y comprensión.

4. En defensa de ambos

Al afirmar lo anterior no se dice que no haya cosas buenas en ambos en su forma de intervenir. La comprensión de estas diferencias hace que sea fácil respetar la sensibilidad del otro y prestarle apoyo.

Fin

Fuente: www.mujernueva.org