Decálogo sobre cómo fomentar la voluntad
1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual.
Se consigue con la repetición de actos en donde uno se vence y lucha y cae y se levanta y vuelve a empezar.
Esto tiene un nombre: hábito.
Es necesario ir adquiriendo hábitos positivos de voluntad.
Esto trae la frecuencia y regularidad de un comportamiento positivo.
2. Para tener voluntad hay que empezar a negarse y/o vencerse en estímulos e inclinaciones inmediatas.
Esto es realmente difícil en los comienzos.
Toda educación de la voluntad tiene un trasfondo esforzado y costoso.
3. Cualquier avance en la voluntad se hace más fácil si hay motivación.
El que sabe lo que quiere tiene la voluntad preparada para la lucha.
¡Lo que estudia una persona que prepara oposiciones para llegar a sacarlas!
¡A lo que es capaz de renunciar en cuanto al placer de comer una persona que está motivada para adelgazar!
4. Es fundamental tener objetivos claros, medibles y además estables.
La cabeza no tolera la dispersión de aquello que pretendemos conseguir.
Tampoco hay que abarcar más de lo que uno realmente puede.
Aprender a renunciar es sabiduría y paz interior.
5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo costoso especialmente cuando se está comenzando.
Las grandes ambiciones brotan poco a poco se hacen anchas.
6. A medida que uno tiene más voluntad se gobierna mejor y no se deja llevar por el estímulo inmediato.
El dominio de uno mismo es uno de los retos más nobles y que nos elevan por encima de las circunstancias.
Se consigue así una segunda naturaleza.
Uno no hace lo que le apetece, ni lo más fácil, ni escoge el camino más blando, sino que se dirige hacia lo excelente.
7. Una persona con voluntad se da cuenta de lo importante que es el orden.
El orden empieza en la cabeza: el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz.
Orden en nuestra habitación o lugar donde funcionamos.
Orden en los horarios.
No querer ser salsa de muchos guisos.
No estar desparramado en demasiados asuntos.
Ordenar es tirar lo que sobra y no sirve; en la duda, tirar.
8. Una persona con voluntad alcanza lo que se ha propuesto si es constante.
Esto significa
- tenacidad,
- insistencia,
- perseverar,
- no darse por vencido cuando las cosas empiezan a costar,
- empeño,
- tesón férreo.
9. Una buena educación de la voluntad es un indicador de madurez de la personalidad.
Cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso.
Una persona con voluntad llega en la vida más lejos que una persona inteligente.
Una persona sin voluntad está siempre a merced de sus caprichos.
10. La educación de la voluntad no se termina nunca.
Lo que quiere decir que el ser humano es siempre una sinfonía inacabada.
Que podamos decir: confieso que he intentado sacar lo mejor de mí mismo, a pesar de los pesares.
Nihil difficile volenti: nada es difícil si hay voluntad.
Buena parte del éxito o del fracaso en la vida personal dependen de la educación de la voluntad.
Enrique Rojas, / www.elmundo.es / 15 de junio de 2012