El perdón

Todo el mundo dice que el perdón es una hermosa idea hasta que tienen algo que perdonar.

Me pregunto qué le parecería perdonar a la Gestapo si fuera usted polaco o judío.

En medio mismo del cristianismo, encuentro: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

No hay ni la más remota sugerencia de que se nos ofrece el perdón en otros términos.

Se deja perfectamente claro que si no perdonamos no seremos perdonados.

No cabe ninguna duda.

No experimento lo que se dice un sentimiento de cariño o afecto por mí mismo, y ni siquiera disfruto siempre de mi propia compañía.

 Así que ama a tu prójimo no significa tenle cariño o encuéntralo atractivo.

El amor que me tengo hace que me tenga por una buena persona.

Pero tenerme por una buena persona no es la razón por la que me amo a mí mismo.

De modo que amar a mis enemigos tampoco parece significar que los tenga por buenas personas.

Eso es un enorme alivio.

Un gran número de personas imagina que perdonar a nuestros enemigos significa hacer ver que no son tan mala gente.

Pero resulta bastante evidente que sí lo son.

El cristianismo no quiere que reduzcamos en un átomo el odio que sentimos por la crueldad y la traición.

Deberíamos odiarlas.

Pero el cristianismo quiere que las odiemos del mismo modo en que odiamos esas cosas en nosotros mismos.

Esperando, si es posible, que de algún modo, el hombre puede ser curado y humanizado de nuevo.

Fin

Fuente: C.S. Lewis, Mero cristianismo