Pierce Brosnan (Navan, Irlanda, 1953) se dio a conocer en la serie televisiva Remington Steele, y alcanzó el estrellato al encarnar a James Bond en las últimas cuatro películas de la saga. Evelyn es un biopic sobre la lucha de Desmond Doyle –un pintor dublinés abandonado por su esposa– para recuperar la custodia de sus hijos. Se trata de una historia hasta cierto punto cercana al actor, que en su infancia sufrió el abandono de su padre. Años más tarde, Brosnan perdió a su primera esposa, que murió de cáncer. Con ella tuvo dos hijos, uno de los cuales, Sean, de 19 años, sigue los pasos actorales de su padre. Después, Brosnan se casó con una estadounidense, con la que tiene otros tres hijos. Viven en Malibú, California. Hemos conversado con Brosnan, que pasó por Madrid para promocionar Evelyn, la película dirigida por Bruce Beresford.
— Claro. Para mí la familia es lo más importante; es mi refugio y mi santuario. Desgraciadamente, cuando comencé a ser famoso, declaré demasiado sobre mi propia familia, así que mi historia está muy documentada. Como es lógico, comprendía perfectamente el drama de Desmond Doyle y sus hijos, que me parece muy bien dibujado en el guión de Paul Pender. De todos modos, lo que más me atrajo del guión no fue ese retrato, sino el toque luminoso, optimista y hasta humorístico con que afronta unos hechos tan dramáticos.
— No he visto Las hermanas de la Magdalena, y no puedo juzgarla. Me han dicho que afronta una historia parecida a la de Evelyn, pero desde una perspectiva muy diferente. Sí que intenté leer la novela Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt, pero lo dejé porque me pareció demasiado deprimente. Y, desde luego, el filme de Alan Parker me pareció muy poco creíble. Nuestra película quizá sea más ligera, pero me parece más real y auténtica, más equilibrada, más luminosa. Como pasa en todos lados, en la Iglesia católica hay gente que no lo hace bien. Pero, cuando funciona bien, la Iglesia católica es una gran fuente de alegría y de ayuda para muchas personas. Yo soy católico practicante, de modo que para mí es muy importante tener fe. Y puedo decir que el pueblo irlandés vive con mucha fe.
— En absoluto. Desde que leí el guión por primera vez, esa declaración siempre ha sido para mí el momento cumbre de la película. Es el discurso final del héroe, y tiene una enorme elocuencia dramática. Además, no creo que sea difícil de comprender, pues la declaración de mi personaje sobre la Santísima Trinidad sólo tiene un sentido: subrayar la grandeza del amor de Dios. Nunca he tenido dudas de esa secuencia, y tenía tanta pasión por ella que la rodamos en una sola toma.
— Bueno, para dar vida a Desmond Doyle también tienes que desplegar cierta capacidad de seducción... Tienes que creer en el carácter de tu personaje y seducir con él al espectador. En cualquier caso, estoy cómodo en ambos tipos de personajes. Además, interpretar a James Bond me permite hacer luego películas como Evelyn. Pero James Bond es pura fantasía, mientras que la historia de Desmond Doyle es una historia real y que me resulta mucho más cercana, pues, como él, yo también soy irlandés, católico y padre que tiene que sacar adelante a su familia. Además, Doyle me permite como actor un elenco mucho más amplio de registros dramáticos. Pienso que hace falta este tipo de cine sobre seres humanos y hecho con inteligencia y respeto al espectador.
— Irlanda siempre ha sido un país con grandes narradores de historias, quizá porque durante siglos los irlandeses han estado oprimidos por los ingleses. De modo que han tenido como la necesidad de convertir en relatos su resistencia, su fortaleza, su sufrimiento.
Lo más reciente