Lejos de Dios y alcohol para olvidar... un sacerdote «divertido» la hizo cambiar

La hermana Miriam James es una buena comunicadora y suele compartir su testimonio en universidades e institutos

La Hermana Miriam James Heidland es, desde 1998, religiosa misionera de la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad (www.solt.net), pero aunque fue educada en una familia católica, en su juventud se alejó de Dios, dejó de ir a misa y quedó enganchada al alcohol y a relaciones tóxicas. Ver a un sacerdote alegre fue lo que inició un proceso de transformación en ella.

Infancia católica, buena doctrina... pero sin Jesús

“Fui criada como católica. Mi padre se convirtió para casarse con mi madre, que era de una comunidad católica granjera alemana del sur de Texas. Íbamos a misa cada domingo y rezábamos juntos el rosario. Incluso cuando yo era pequeña eran fieles a los sacramentos, y después tuvieron incluso una conversión más profunda”, explica la hermana Miriam.

Sin embargo, la Miriam niña y adolescente no experimentaba la fe como algo vivo. “Crecí aprendiendo, básicamente, las ‘reglas’ del catolicismo. Veía a Dios como alguien al que hay que obedecer, y si no lo obedeces, te irás al infierno. Lo encontraba opresivo. No amaba a Cristo, en realidad ni siquiera lo encontré”.

Por supuesto, nunca pensó que acabaría de religiosa misionera. “Yo quería ser empresaria o periodista deportiva”, comenta.

Deportista en la universidad... lejos de Dios

De su pequeño pueblo del estado de Washington (al noroeste de EEUU) llegó a la pequeña universidad de Reno-Nevada para estudiar comunicación con una beca como deportista por su buen rendimiento como jugadora de voleibol.

Se le pedía ir simplemente a clase y aprobar más o menos las asignaturas, y entrenar mucho y jugar bien para la selección de la universidad. “Grandes viajes, y estancias en sitios buenos y los ayudantes del entrenador nos gestionaban muchas cosas”, recuerda.

Los entrenadores y ayudantes pedían a las jugadoras que estuviesen listas para los entrenamientos y los partidos y las castigaban si alguna no podía acudir por trasnochar, estar de fiesta o emborracharse. Pero no había ninguna supervisión más que esa. Los otros días Miriam se emborrachaba, iba de fiestas inacabables y, por supuesto, lejos de la supervisión familiar, dejó de ir a misa.

Buscando amor en sitios equivocados

Hoy Miriam explica que ella buscaba amor, buscaba sentido y significado a la vida… “y tocaba a cualquier puerta”. Buscaba amor en los sitios equivocados, en relaciones dañinas, y en el alcohol buscaba olvido.

“Yo aún tenía sueños grandes, quería ser alguien. Pero como sabía que era infeliz, evitaba el silencio, la sobriedad… porque sabía que las cosas que me dañaban salían a la superficie en esos momentos”, recuerda.

En los programas de 12 pasos para dejar adicciones se suele decir: “tu dolencia es tan profunda como tus secretos”. “Esa era yo: tenía muchos secretos, que eran tóxicos, en mi interior. Yo ya sabía lo que era bueno y lo que era malo, pero tomaba decisiones que me dañaban y avergonzaban”.

Ha reflexionado mucho sobre eso para poder ayudar a otras personas. Señala que buscamos plenitud en cosas que no pueden dárnoslas, llegando a la adicción (en móviles, comida, ir de compras, alcohol, relaciones). “Un día entiendes que esas cosas te dañan, pero no estás dispuesta a dejarlas, y te autoconvences de que si tuvieras más de eso, todo se arreglaría”.

Algo nos hace desear la eternidad en el bien

Hoy entiende que “hay algo en el ser humano que, desde el principio de los tiempos, le hace desear la eternidad”. Cuando experimentamos un momento hermoso, de plenitud, queremos que sea para siempre.

Pero también experimentamos una tendencia destructiva, engancharnos a cosas que no nos dan vida, pero nos mantienen caminando, aunque sea en círculos dañinos.

Un sacerdote que "era divertido"

Ella empezó a salir de este ciclo cuando conoció a un sacerdote que llamó su atención: “Era divertido, con los pies en la tierra… y caminaba con Dios. Me decía verdades, me animaba a salir de donde estaba, como un padre espiritual”.

Fue un proceso lento. Lo conoció a los 19, y a los 21 ella aún no era capaz ni siquiera de reconocer que era alcohólica y que “estaba muy llena de lujuria, muy rota”.

Pero a esa edad le dijo: “Padre, no sé lo que tiene usted en la vida que es diferente, pero yo lo quiero”.

"Mirarle a él me hacía sentir que era posible vivir para Dios y ser feliz”, explica.

Miriam cree que Benedicto XVI lo expresa bien en su encíclica Spe Salvi: “el que tiene esperanza, vive distinto”. Y este sacerdote tenía esperanza, y así podía darla.

La transformación de Miriam fue lenta, con muchas caídas y recaídas. Pero entendió lo que necesitaba. Entendió que su corazón deseaba tres cosas buenas: amor, comunidad y belleza. Y entendió que las había buscado en modos y lugares incorrectos.

Unos días de silencio: la llamada

Al acabar la carrera universitaria y ya de vuelta a su casa, este sacerdote la invitó a acompañarla unos días en una misión en Nuevo México. Por supuesto, ella no quería ser misionera en absoluto, pero por confianza hacia él acudió.

Allí no había televisión, de hecho no había casi nada que pudiera distraerme. Tenía mucho tiempo para estar en silencio. Y en ese silencio entendí que mi deseo último, final, era estar con Dios”. 

 “Y oí que Dios me llamaba. Sentí que en un momento oí con claridad que Dios me llamaba a ser suya. Y dije sí: eso fue hace 18 años”, explica en una entrevista a Coming Home Network, un portal de testimonios de conversos.

Crecimiento y compromiso

El proceso de conversión y de vocación siguió: requirió crecer en honestidad, en apertura, en sobriedad, aceptar el asesoramiento  y la dirección espiritual y confesarse. "Era aprender cómo ser una persona, aprender cómo amar”. Finalmente, en 1998 entró en la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad.

A la gente que evita el silencio, que busca engañarse atiborrándose de experiencias, emociones o adicciones para no dejar hablar a la conciencia y a Dios, les anima a pensar en esos momentos de paz y belleza verdadera y a imaginar cómo debe ser vivir eso eternamente: eso es lo que Dios da. 

“Él quiere que seamos felices, y quiere que seamos felices en Él”, explica.

religionenlibertad.com 26 enero 2017


Enviar comentarios

 

 

Espíritu Santo Iglesia Jesucristo Juan Pablo II Magisterio de la Iglesia Misa Romano Pontífice Virgen aborto abuso adicción adoración afectividad agnosticismo alegría amar amistad amor amor a Dios amor de Dios ansiedad anticoncepción apostolado arrepentimiento atentado ateísmo autenticidad avaricia ayuno bautismo bioética budismo calumnia cancer caridad cariño carácter castidad catequesis catástrofe celibato cielo ciencia ciudadanía clonación coherencia comprensión compromiso comunicación comunismo comunión de los santos comunión sacramental conciencia confesión confianza conocimiento propio consejo contemplación conversión convivencia corredentores corrupción creación creer crisis cruz cuaresma cuidados paliativos cultura curación deber debilidad humana demonio depresión descanso desprendimiento dificultades dignidad dirección espiritual divorcio dolor drogas educación egoísmo ejemplaridad embriones enfermedad entrega esperanza estudios eternidad eucaristía eutanasia evangelio evangelización evolución examen de conciencia existencia de Dios exorcismo expectativas familia fe fecundidad felicidad feminismo formación doctrinal fortaleza fracaso generosidad género hedonismo heroísmo heterosexualidad hijos hinduísmo humildad in vitro infancia injusticia intelectual intolerancia islam judaísmo justicia laicos libertad limosna lucha ascética mal mansedumbre martirio masonería materialismo matrimonio milagro misericordia divina moda moral cristiana muerte música noviazgo obras misericordia odio olvido de sí optimismo oración paciencia paz pecado penitencia perdón pereza persecución pesimismo piedad pobreza política pornografía presencia de Dios protestantismo providencia divina psicología recogimiento redención regreso católico relativismo responsabilidad sabiduría sacerdote sacramentos sagrada escritura santidad secuestro sentido vida serenidad servicio sexualidad sida silencio sinceridad soberbia sociedad civil soledad tecnología temor de Dios templanza teología tolerancia trabajo trinidad tristeza unción de enfermos unidad valentía verdad vida interior vida religiosa vientres de alquiler violación violencia virginidad virtudes vocación voluntad voluntad de Dios xenofobia yoga