Lleva 36 años casada y tiene 9 hijos, pero pudo arruinar su matrimonio: Dios le hizo ver su fallo

Melanie con su marido Michael, y sus nueve hijos tras una vida dura, pero juntos en la fe y en el amor a Dios.

[Melanie Jean Juneau es editora ejecutiva del periódico católico Catholic Stand y una conocida bloguera estadounidense en cuestiones de matrimonio, familia y vida. Recientemente escribió un artículo a modo de testimonio personal , titulado "Fe + Humor = 36 años de matrimonio", donde explica los peligros que acecharon a su vida conyugal y cómo logró superarlos gracias a la fe.]

FE + HUMOR = 36 AÑOS DE MATRIMONIO

Mi marido, Michael, y yo estamos casados desde hace 36 años, somos felices y aún estamos enamorados. Sorprendentemente, nos hemos convertido en una sola realidad, profundamente sintonizados con el espíritu del otro a pesar de tener personalidades opuestas. Nuestra tangible alegría no se puede explicar con ojos mundanos, porque vista desde fuera nuestra vida ha sido un duro viaje que incluye pobreza, nueve hijos, tareas abrumadoras en una pequeña granja familiar y una depresión clínica de larga duración.

La fuerza del sacramento del matrimonio

La gracia disponible en el sacramento del matrimonio no es teología esotérica: es real y poderosa. Esta fuerza es la que nos ha mantenido a mi marido y a mí unidos en los años duros. Ambos entendimos, más allá de cualquier duda posible, que Dios nos había unido. Nunca hemos cuestionado esta llamada fundamental de Dios, nuestra vocación juntos, ni tan siquiera en los años más oscuros.

Siempre he conseguido mantener una perspectiva sobre nuestras dificultades a través del humor. Una de mis bromas versa sobre la promesa en el matrimonio concerniente a lo bueno y lo malo, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad: "Bien, hemos visto lo malo, la pobreza y la enfermedad; ahora estamos preparados para lo bueno, la riqueza y la salud". Y acabo riéndome a carcajadas. Michael suele mirarme alzando la ceja y sonriendo como pidiendo perdón a nuestros visitantes. Sin embargo, la verdad es que el humor funciona. Se ha demostrado que cuando las personas se ríen de sus manías y no se toman demasiado en serio, sus problemas de repente se reducen y, a su vez, ganan en perspectiva. Dramatizar excesivamente un conflicto es letal. Esto es simplemente un ejemplo de terapia cognitiva en acción: da un paso adelante separándote del conflicto y contempla toda la situación a través de los ojos de Dios.

El don del sufrimiento

Sorprendentemente, una de las claves que explican la longevidad de nuestro matrimonio es el sufrimiento. El sufrimiento ha sido un don que nos ha unido porque ha arrancado el falso orgullo y nos ha obligado a arrodillarnos para rezar. Una oración honesta nos ha llevado al conocimiento de nosotros mismos, a la humildad y a la compasión mutua.

Cuando le pregunté a un sacerdote qué habría sido de mi vida si no hubiera sufrido, si me hubiera casado con un dentista rico, si hubiera tenido 1,25 hijos y hubiera vivido en una casa moderna y en la que todo funcionara, puso una expresión falsa y piadosa, unió sus manos en oración y dijo en voz alta y burlona: "Oh, hubieras sido una amable señora cristiana que alaba al Señor". Lo que quería decir con esa divertida actuación es que yo hubiera sido frívola, sin profundidad y fuerza. Pues bien, cuando veo los resultados de un poco de sufrimiento en nuestro matrimonio, digo que bienvenido sea el sufrimiento.

El papel de la fe en nuestro matrimonio

La única razón por la que mi marido y yo nos casamos y nos mantenemos casados es nuestra fe. Somos hermano y hermana en Cristo, hijos de Dios que desean cumplir Su voluntad juntos. Siempre hemos estado en la misma página, sintiendo el siguiente nivel de crecimiento en nuestro camino espiritual y cambiando al mismo ritmo.

Esto ha sido un puro don de Dios, que ha implicado madurar y crecer en mi fe, sanando nuestro matrimonio porque cuando abandoné exigiendo amor de mi marido, intentando controlarle, él fue libre de amarme en libertad y verdad, en el poder del Espíritu de Dios. Cuando me rendí a Dios, Él me bendijo con más de lo que yo hubiera podido esperar de nuestro matrimonio.

Advertencia para las personas que tienen pareja

Muchas jóvenes esperan en secreto a su caballero de brillante armadura para que las arranque de sus vidas y así vivir felices para siempre; muchos jóvenes esperan a una mujer maravillosa que les haga abandonar una existencia sin sentido. A pesar de que nos reímos de estas ridículas fantasías como algo típico de adolescentes ingenuos y enfermos de amor, tenemos que enfrentarnos a la profunda tentación que yace en nuestro interior de buscar un compañero que satisfaga nuestras necesidades. Las películas románticas de Hollywood nos han lavado el cerebro.

La verdad es que en contra de lo que la sociedad mundana nos hace creer, sólo Dios puede satisfacer nuestra necesidad real de amor. Muchísimos matrimonios acaban en divorcio porque las personas han abrazado la loca idea de que el hombre o la mujer de sus sueños los satisfarán completamente. Esto es mentira.

Si te quieres casar, busca el rostro de Dios, confía en Él y Él hará que encuentres a alguien en tu camino, porque el matrimonio es vocación en la misma medida que lo es el sacramento del orden. Mi marido una vez le pidió a Dios que le diera una esposa y luego se olvidó de ello mientras vivió todo un año en la Casa de la Virgen en Combermere (Ontario, Canadá). Después pasó otro año en su parroquia, donde vivió en la casa parroquial con un sacerdote enfermo al que ayudaba en la iglesia. Al año siguiente, mientras viajaba por Canadá, paró para ver a un amigo que trabajaba en una parroquia, pero una nota en la puerta decía que Steve había llevado al grupo de jóvenes de picnic. Michael vino a mi casa para esperarle porque yo vivía con la novia de Steve. En cuanto Michael me vio, supo que yo era la persona adecuada para él. Michael mantiene todavía que la oración es el mejor método para encontrar esposa.

Advertencia

La sociedad no prepara a las personas para un matrimonio cristiano. Las parejas tienen que buscar activamente ayuda y consejo. Yo sugiero un montón de instrumentos que van desde libros hasta conferencias, retiros, la confesión, la oración, la dirección espiritual y el asesoramiento; instrumentos todos que pueden ayudar a las parejas a madurar y a crecer juntos como uno en Cristo.

Me hubiera gustado que cuando era una recién casada alguien me hubiera explicado que en el matrimonio los esposos se irritan mutuamente exponiendo lo malo del otro, sacando sus heridas a la superficie. Una vez que hube entendido esta dinámica espiritual, dejé de culpar a Michael y de señalar sus errores, y me centré en cambio en mi propia necesidad de arrepentimiento y crecimiento.

Pasé años sintiéndome como una lastimosa e inocente víctima, llorando sin parar sobre mi grave situación de estar casada con un hombre insensible, cuando en realidad eran mis propios pecados lo que impedían que el amor de Cristo manara sobre nosotros en nuestro matrimonio. Pero cuando entendí que era una cuestión más mía, de mi crecimiento, que de Michael, el Espíritu de Dios pudo por fin ocuparse de mi pecaminosidad y necesidad de sanación.

Si hubiera abandonado y me hubiera divorciado de Michael, un segundo matrimonio hubiera acabado exactamente del mismo modo. Mi pecaminosidad provocó la pecaminosidad de mi marido. Es así. Debía dejar de culpar y señalar los errores de Michael si quería un buen matrimonio. En lugar de señalar la paja en su ojo, debía permitir que Dios me mostrara la viga en el mío. Dios nos ha creado y sólo Su amor puede llenar el deseo desesperado de nuestro corazón. Una vez entendida esta verdad, pude permitir que un amor real, un amor respetuoso creciera entre Michael y yo sin exigir que el pobre hombre cumpliera con el papel de Dios en mi vida.

Por qué tenemos una familia numerosa

Leímos una homilía de Juan Pablo II cuya premisa principal era que dejar el control y confiar en Dios no era un principio abstracto, sino una llamada práctica diaria que incluía la entrega de nuestra fertilidad no usando anticonceptivos. A pesar de que no podíamos imaginarnos lo numerosa que sería nuestra familia, sus palabras siguen resonando en nosotros. La culpa nos abandonó y un sentido de finalidad tomó su lugar. Muchas pequeñas experiencias siguieron reforzando la verdad: Dios crea a cada uno de nuestros hijos con nuestra colaboración. A veces caíamos cegados, pero entonces un estallido de claridad iluminaba nuestra finalidad mientras llevábamos a cabo nuestra misión pro-vida.

Mirando hacia atrás a estos 36 años de matrimonio, puedo decir que estoy llena de la alegría del Señor y agradecida por un esposo paciente.

Publicado en Catholic Stand.

religionenlibertad.com 14 diciembre 2015


Enviar comentarios

 

 

Espíritu Santo Iglesia Jesucristo Juan Pablo II Magisterio de la Iglesia Misa Romano Pontífice Virgen aborto abuso adicción adoración afectividad agnosticismo alegría amar amistad amor amor a Dios amor de Dios ansiedad anticoncepción apostolado arrepentimiento atentado ateísmo autenticidad avaricia ayuno bautismo bioética budismo calumnia cancer caridad cariño carácter castidad catequesis catástrofe celibato cielo ciencia ciudadanía clonación coherencia comprensión compromiso comunicación comunismo comunión de los santos comunión sacramental conciencia confesión confianza conocimiento propio consejo contemplación conversión convivencia corredentores corrupción creación creer crisis cruz cuaresma cuidados paliativos cultura curación deber debilidad humana demonio depresión descanso desprendimiento dificultades dignidad dirección espiritual divorcio dolor drogas educación egoísmo ejemplaridad embriones enfermedad entrega esperanza estudios eternidad eucaristía eutanasia evangelio evangelización evolución examen de conciencia existencia de Dios exorcismo expectativas familia fe fecundidad felicidad feminismo formación doctrinal fortaleza fracaso generosidad género hedonismo heroísmo heterosexualidad hijos hinduísmo humildad in vitro infancia injusticia intelectual intolerancia islam judaísmo justicia laicos libertad limosna lucha ascética mal mansedumbre martirio masonería materialismo matrimonio milagro misericordia divina moda moral cristiana muerte música noviazgo obras misericordia odio olvido de sí optimismo oración paciencia paz pecado penitencia perdón pereza persecución pesimismo piedad pobreza política pornografía presencia de Dios protestantismo providencia divina psicología recogimiento redención regreso católico relativismo responsabilidad sabiduría sacerdote sacramentos sagrada escritura santidad secuestro sentido vida serenidad servicio sexualidad sida silencio sinceridad soberbia sociedad civil soledad tecnología temor de Dios templanza teología tolerancia trabajo trinidad tristeza unción de enfermos unidad valentía verdad vida interior vida religiosa vientres de alquiler violación violencia virginidad virtudes vocación voluntad voluntad de Dios xenofobia yoga